El ciclo del estrés

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el estrés participa del 85% de las patologías que conocemos.

El mecanismo del estrés es sumamente sencillo. 

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Existen una gran variedad de situaciones que incrementan nuestro nivel de estrés, pero su ciclo siempre es el mismo:

  • Ante cualquier amenaza, el hipotálamo se comunica con la glándula pituitaria a través de la liberación de corticotrofina.
  • En respuesta a la corticotrofina, la glándula pituitaria se comunica a su vez con las glándulas suprarrenales a través de la liberación de adrenocorticotrofina.
  • Y las glándulas suprarrenales, en respuesta a la adrenocortitrocofina liberada por la glándula pituitaria, liberan las hormonas del estrés adrenalina, noradrenalina y cortisol. 

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Estas tres hormonas en sangre (la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol):

  • Activan la respuesta de huida del sistema nervioso simpático.
  • Liberan glucosa en previsión de las necesidades de alimentación específicas del los músculos y el cerebro en esa respuesta de huida.
  • Y aumentan el ritmo del corazón y la presión arterial, disminuyendo de este modo el tiempo de acción-reacción.

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Como podéis observar resulta un engranaje fascinante y una herramienta sumamente útil para la supervivencia de la especie. Podríamos decir que gracias a la acción de la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol, hemos perpetuado nuestra existencia a lo largo de los siglos.

Lamentablemente, para alcanzar ese estado de atención extraordinario el cuerpo necesita renunciar a otras funciones de vital importancia.

Al tiempo que el cortisol incrementa el nivel de glucosa en sangre y ayuda al metabolismo de las grasas, las proteínas y los hidratos, suprime temporalmente la función del sistema inmunitario en favor de la respuesta de huida.

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Para que todos nos entendamos: Es como si echar a correr o defenderse de la inminente amenaza, fuese lo único que le importase al cuerpo en ese preciso instante.

Añadamos a esta ecuación otro dato significativo.

¿Sabíais que una vez que se suprime la acción del sistema inmune, cada uno de nosotros tiene en su propio cuerpo células patógenas y cancerosas, virus, bacterias y parásitos, como para colapsar nuestras funciones vitales en menos de 24 horas? Y eso sin contar con otros agentes desestabilizadores externos.

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De modo que, con la acción interrumpida de esa primera línea de defensas gracias al cortisol en sangre y todos esos “bichitos” paseándose a sus anchas por nuestro cuerpo, lo menos que cabría esperar después de un cierto periodo de exposición continuada a una situación de estrés o a una amenaza, es que pillásemos un resfriado, nos reapareciese un herpes en el labio o nos doliese el estómago y no fuésemos con la misma regularidad al baño.

¿Qué ocurre si estamos expuestos a altos niveles de estrés, de riesgo o de amenaza durante largos periodos de tiempo, aunque sea de una forma intermitente? Todos me habéis oído decir que tenemos células patógenas y cancerosas ¿verdad? Pues bien, cuando ese estrés y el exceso de cortisol en sangre comienzan a formar parte de nuestro día a día, ya no estamos hablando de un resfriado o una gripe. Es entonces cuando la situación suele tornarse mucho más grave.

De todos modos. No nos extendamos en esto. Dejemos de prestarle tanta atención a la enfermedad y comencemos a hablar en términos de la salud y el bienestar.

En el próximo “Post” os tenemos preparada una sorpresa.

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