Técnicas de Relajación IV- Ejercicios de Visualización

Ahora que hemos aprendido cómo aliviar nuestro estrés a través de ejercicios corporales, vamos a probar las técnicas de visualización, tan potentes que se llevan utilizando como terapia desde hace siglos para aliviar dolores de todo tipo: cefaleas, contracturas musculares agudas, dolores residuales de espalda tras intervenciones quirúrgicas,…

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Las personas solemos utilizar la imaginación como una forma de sufrimiento añadida: pensamos que nos pueden ocurrir un sinfín de desgracias, lo que nos afecta orgánicamente produciéndonos ansiedad, desazón y, en suma, un dolor innecesario; ¡bien podríamos utilizar la imaginación al contrario y experimentar el poder de la visualización positiva!

Las técnicas de visualización aportan imágenes agradables que nos permiten experimentar la dicha. Son quizás los ejercicios más sencillos y atractivos de realizar y su efectividad es muy alta: tras su realización podremos comprobar cómo parece que estemos envueltos en una nube de calma y alegría.

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Hoy os vamos a proponer un sencillo ejercicio para que podáis relajaros en cualquier momento que lo necesitéis:

  • Con los ojos cerrados, nos concentraremos en los síntomas de tensión que notemos en el cuerpo. Elegiremos una imagen para simbolizar el dolor o la tensión que experimentamos en este momento, por ejemplo un martillo, unas tenazas, una aguja, hielo, fuego,…

En segundo lugar elegiremos otra imagen para representar la relajación, la salud y el bienestar físico, por ejemplo el sol, agua, flores,…

Cuando podamos ver los dos símbolos muy nítidos, imaginaremos que la imagen de la relajación va cambiando a la de la tensión hasta que la elimina: por ejemplo, el sol va evaporando lentamente el hielo.

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  • También podemos imaginar que nuestro cuerpo está hecho de luz: la luz roja se concentra en las zonas donde se experimenta el dolor o la tensión y la luz azul en las zonas relajadas. Ahora, imaginaremos que la luz roja va cambiando suavemente al violeta y después al azul, hasta que todo el cuerpo está inundado por una intensa luz de este color. Finalmente la luz azul va cambiando al blanco hasta transformarse en una intensa claridad que irradia en todo tu alrededor.

Consejos a tener en cuenta:

Si no podemos cambiar la emoción negativa, por lo menos reduciremos su grado: así, si sentimos mucha rabia y cólera, la dejaremos en un enfado; la tristeza la traduciremos en desánimo; la ansiedad y la angustia, en inquietud; y así con todos aquellos sentimientos que nos hagan sentir mal.

Con esta práctica no sólo estamos cambiando nuestras emociones y pensamientos, sino que también cambiará nuestro carácter: por tanto, hemos de tener paciencia y ser perseverantes.

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Hemos de practicar por lo menos una vez al día para obtener resultados en pocas semanas.

Un ejemplo de práctica diaria sería la siguiente:

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¡Prueba estos métodos, notarás el resultado! Hasta el siguiente post.

Técnicas de Relajación III – Ejercicios musculares

Ahora que ya conocemos bien el estrés y algunos ejercicios básicos de respiración, vamos a aprender técnicas de relajación para poder hallar la paz en cualquier momento de nuestras vidas.

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La práctica que vamos a ver hoy se basa en focalizarnos en sensaciones corporales con ejercicios de tensión-distensión muscular: para ello, dividiremos el cuerpo en grupos musculares y realizaremos el mismo ejercicio con todos ellos, en posición tumbada. Al final repetiremos la secuencia completa de forma algo más rápida.

  • Comenzaremos con el pie derecho, que tensaremos flexionando la punta del pie hacia nosotros. Es muy importante visualizar la tensión como si el pie fuera de roca o acero, sentir cada músculo que se tensa y aguantar la tensión durante 5-7 segundos. Luego lo relajaremos devolviéndolo a su posición inicial y mantendremos ese relax unos 10-15 segundos: nos centraremos en la sensación de bienestar, observaremos que no haya músculos tensos y notaremos la calidez de la piel, los puntos de apoyo en el suelo, cómo el aire roza el pie,… En definitiva, el momento presente. Repetiremos de nuevo con el mismo pie la secuencia de tensión-distensión y realizaremos las mismas dos repeticiones con el pie izquierdo. Antes de pasar al siguiente grupo muscular nos permitiremos unos segundos de relajación centrándonos en el contraste de la relajación con la tensión anterior.

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  • Pasaremos a tensar las piernas: lo haremos elevando ligeramente la pierna derecha y apretando los músculos, imaginando cada músculo en tensión y la pierna convertida en una tabla. Retendremos la tensión unos 5-7 segundos y luego soltaremos y apoyaremos la pierna de nuevo. Como ya hicimos con el pie, nos centraremos en la sensación de relajación de esa zona, en el peso, en el tacto con el suelo, la calidez, otros 10-15 segundos. Repetiremos con la misma pierna esta secuencia de tensión-relajación y luego procedemos a hacer las dos repeticiones con pierna contraria.
  • Seguiremos con los glúteos, apretando ambos a la vez hacia el centro, focalizándonos en la tensión durante 5-7 segundos, y relajando después entre 10-15 segundos. Repetiremos la serie.
  • Continuaremos luego con el estómago, que se tensa apretando hacia adentro, como si metiéramos tripa. Aquí serán también haremos dos repeticiones. Para relajar soltaremos el estómago, incluso ligeramente hacia fuera si fuera necesario, centrándonos, como siempre, en las sensaciones contrastadas y en los segundos.
  • Pasaremos a los brazos: empezaremos por los puños, apretando el puño cerrado los mismos segundos que el resto de zonas y relajando posteriormente, dejando la mano suelta y ligeramente entreabierta. En las manos es muy notable la sensación del aire que las recorre, su peso, su calidez. Repetiremos dos veces con cada puño. Luego pasaremos al brazo, que se tensa levantándolo ligeramente del suelo y tensándolo. Para relajarlo lo dejaremos caer suavemente en la colchoneta y haremos dos repeticiones con cada brazo, uno después del otro.
  • Tras los brazos nos dirigiremos a los hombros: intentaremos elevarlos ligeramente hacia arriba (hacia la cabeza) y hacia el centro (el uno hacia el otro), ambos a la vez. De nuevo haremos dos repeticiones con el mismo número de segundos que el resto de partes.
  • Pasaremos al cuello, que se tensa estirando la barbilla hacia el pecho, pero sin tocarlo. De nuevo realizaremos dos repeticiones de unos 5-7 segundos de tensión y 10-15 de relajación, volviendo a la posición inicial.
  • Por último, nos orientaremos a los músculos faciales. Primero tensaremos la frente elevando las cejas lo más que podamos hacia arriba y relajaremos simplemente dejando caer las cejas a su posición natural. El centro de la cara se tensará arrugando la nariz y también los labios hacia el centro, como si oliera mal e intentáramos arrugar los labios hacia la nariz, mientras cerramos los ojos apretando y arrugando también. De nuevo contaremos los mismos segundos y el mismo grupo de repeticiones. Para acabar nos centraremos en la mandíbula, intentando que la parte inferior se desplace por delante de la superior y desalineando los maxilares. Para relajar volveremos a la posición inicial.

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Es importante recordar tres cosas antes de realizar estos ejercicios:

  • En caso de que haya lesiones en el cuerpo, podemos omitir las tensiones en esas zonas y sólo inducir o imaginar la relajación.
  • Los ejercicios se pueden realizar con los ojos abiertos o cerrados, pero será más cómodo hacerlos con los ojos cerrados al principio, para concentrarnos y relajarnos más.
  • Es normal que se produzcan sensaciones de hormigueo en las extremidades o sensaciones extrañas y no debe preocuparnos, pues esto suele ocurrir en estados de relajación.

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Continuaremos la semana que viene con técnicas de visualización. Hasta entonces, ¡a disfrutar del relax!

 

Técnicas de relajación II – La importancia de la respiración

Ahora que ya hemos hablado del estrés, vamos a aprender cómo combatirlo entrenando nuestra respiración. ¡Es el primer paso para empezar a vivir más tranquilos! Comenzaremos con una práctica diaria de 10 minutos de respiración profunda, que nos ayudará a generar un estado más relajado a lo largo del día.

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Para realizar nuestros ejercicios, hay dos posiciones que podemos adoptar:

  • Tumbados: tendidos en el suelo boca arriba sobre una alfombra o manta, nos colocamos en posición de relajación, con las piernas estiradas y ligeramente separadas (también se pueden doblar las rodillas), los brazos ligeramente separados del cuerpo, las palmas de las manos mirando hacia arriba y los ojos cerrados.
  • Sentados: pondremos las manos encima de los muslos, las piernas paralelas y los pies bien apoyados en el suelo, la columna vertebral derecha y en línea con la cabeza, la nuca estirada y la barbilla metida.

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Dirigiremos la atención a la respiración, poniendo la mano derecha en el plexo solar y la izquierda en la parte frontal del pecho, justo debajo de la clavícula, y observaremos lo que ocurre al inhalar: cuando entra el aire, podemos notar la expansión del cuerpo, primero en el abdomen (porque se eleva la mano derecha), y después en el pecho (ya que se eleva la mano izquierda). Después podemos percibir la relajación de los músculos al exhalar. Nos mantendremos concentrados en la respiración durante 2 o 3 minutos.

Consejos para la práctica:

  • La respiración debe seguir el ritmo natural de cada uno.
  • Debe hacerse a modo de “dejar que el aire entre” en lugar de “tomar aire”.
  • La respiración por la nariz es preferible a la respiración por la boca, puesto que los conductos nasales filtran y calientan el aire.

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Ejercicio:

En la postura que más cómodos estemos, ya sea tumbados o sentados, colocaremos ambas manos en la parte superior del abdomen, inspiraremos lenta y profundamente y llevaremos el aire hacia el estómago (las manos se elevarán un poco) y luego al pecho; cuando ya no podamos inspirar  más, retendremos el aire por unos segundos y lo soltaremos lentamente. Realizaremos este ejercicio durante 5 minutos.

Después, con la espalda recta, repetiremos el ejercicio anterior llevando el aire hacia el abdomen, manteniendo el aire y soltándolo lentamente. Haremos cinco respiraciones, cerraremos los ojos, y pasados unos instantes haremos cinco más con la diferencia de que cuando exhalemos, procuraremos que el aire salga a la vez que decimos “HUM”, esto ayudará a vaciar lo máximo que podamos los pulmones.

Al acabar con la respiración iniciaremos la relajación muscular, que veremos en el siguiente post. ¡Hasta entonces!

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