Técnicas de relajación II – La importancia de la respiración

Ahora que ya hemos hablado del estrés, vamos a aprender cómo combatirlo entrenando nuestra respiración. ¡Es el primer paso para empezar a vivir más tranquilos! Comenzaremos con una práctica diaria de 10 minutos de respiración profunda, que nos ayudará a generar un estado más relajado a lo largo del día.

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Para realizar nuestros ejercicios, hay dos posiciones que podemos adoptar:

  • Tumbados: tendidos en el suelo boca arriba sobre una alfombra o manta, nos colocamos en posición de relajación, con las piernas estiradas y ligeramente separadas (también se pueden doblar las rodillas), los brazos ligeramente separados del cuerpo, las palmas de las manos mirando hacia arriba y los ojos cerrados.
  • Sentados: pondremos las manos encima de los muslos, las piernas paralelas y los pies bien apoyados en el suelo, la columna vertebral derecha y en línea con la cabeza, la nuca estirada y la barbilla metida.

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Dirigiremos la atención a la respiración, poniendo la mano derecha en el plexo solar y la izquierda en la parte frontal del pecho, justo debajo de la clavícula, y observaremos lo que ocurre al inhalar: cuando entra el aire, podemos notar la expansión del cuerpo, primero en el abdomen (porque se eleva la mano derecha), y después en el pecho (ya que se eleva la mano izquierda). Después podemos percibir la relajación de los músculos al exhalar. Nos mantendremos concentrados en la respiración durante 2 o 3 minutos.

Consejos para la práctica:

  • La respiración debe seguir el ritmo natural de cada uno.
  • Debe hacerse a modo de “dejar que el aire entre” en lugar de “tomar aire”.
  • La respiración por la nariz es preferible a la respiración por la boca, puesto que los conductos nasales filtran y calientan el aire.

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Ejercicio:

En la postura que más cómodos estemos, ya sea tumbados o sentados, colocaremos ambas manos en la parte superior del abdomen, inspiraremos lenta y profundamente y llevaremos el aire hacia el estómago (las manos se elevarán un poco) y luego al pecho; cuando ya no podamos inspirar  más, retendremos el aire por unos segundos y lo soltaremos lentamente. Realizaremos este ejercicio durante 5 minutos.

Después, con la espalda recta, repetiremos el ejercicio anterior llevando el aire hacia el abdomen, manteniendo el aire y soltándolo lentamente. Haremos cinco respiraciones, cerraremos los ojos, y pasados unos instantes haremos cinco más con la diferencia de que cuando exhalemos, procuraremos que el aire salga a la vez que decimos “HUM”, esto ayudará a vaciar lo máximo que podamos los pulmones.

Al acabar con la respiración iniciaremos la relajación muscular, que veremos en el siguiente post. ¡Hasta entonces!

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